En el siguiente artículo analizaremos las diferencias entre estos dos grupos de cereales y veremos cómo afectan al desarrollo alimenticio de los bebés para asegurar un crecimiento saludable y sin generación de alergias alimenticias.
Consumimos cereales en forma de grano cereal. Estos granos están formados por gluten y almidón, que constituyen la proteína y el carbohidrato, respectivamente, y forman un pilar fundamental en la alimentación de nuestra especie desde tiempos inmemorables. Su antigüedad en nuestra cultura se remonta a la época romana, donde por el culto a la diosa Ceres se nombró a este tipo de cosecha así, y de donde también procede nuestro pseudoculto al propio pan. Una vez mencionado su origen y posición en la gastronomía, nos centraremos en cómo afecta este tipo de alimento al organismo, en sus variantes con y sin la proteína del gluten.
Es importante tener en cuenta que ambas modalidades pueden desempeñar un papel importante en los primeros períodos de ingesta no líquida en bebés, por eso es recomendable conocer centros y portales web que puedan suministrar ambos tipos, además de proveer información dietética al respecto cuando se pueda requerir. Es el caso de Farmaciamarket, con un amplio catálogo sobre alimentación para bebés, complementos nutricionales, productos de higiene y, por supuesto, farmacia; con asistencia profesional provista desde el primer momento en el que se accede. Pero para ir desgranando la base informativa que pueda aportar ayuda y guía a la hora de elegir qué alimentos comprar, vamos a proceder a diferenciar los tipos de cereales.
¿Qué es el gluten y qué riesgo real supone para la salud?
En primer lugar vamos a repasar qué es, en efecto, el susodicho gluten: se trata de un compuesto de proteínas vegetales altamente presente en productos derivados de cereales, que se compone de glutenina y gliadina.
El primero de estos dos compuestos, la glutenina, acarrea cierta probabilidad de toxicidad intestinal para las personas que genéticamente presenten sensibilidad o poca resistencia a la toxina. No siempre es el caso, puesto que deben darse ciertas condiciones y estados de la enzima para que esta toxicidad sea disparada. Aunque aún se carece de información consistentemente formada para desentrañar el origen o causa de la generación de intolerancia al gluten, sí que se sabe que tiene un origen genéticamente personal del individuo, y no hereditario, como a menudo la creencia popular transmite. Esta intolerancia suele consistir en molestias abdominales, acompañadas de flatulencias, diarrea y dolor de cabeza.
Si esta intolerancia fuera diagnosticada, lo cual puede ocurrir a cualquier edad, siendo más frecuente en bebés que comienzan a abandonar la leche materna, es importante decantarse por cereales sin gluten, como la avena, el maíz, el mijo; incluso, el arroz sería apto para estos casos.
Es importante, de igual modo, hacer hincapié en el hecho de que esto sólo debería ser tomado en seria consideración por aquellas personas que efectivamente padecen de la intolerancia celíaca, pues retirar esta base alimenticia de la dieta de una persona sana podría crear ciertos desequilibrios en la misma. No olvidemos que los cereales nos aportan un alto contenido de hidratos de carbono de muy buena calidad nutritiva, que suministran energía para mantener el organismo activo a lo largo del día.
¿Cómo empezar a alimentar a un bebé mediante cereales con gluten?
Conociendo ya el riesgo que puede acarrear la exposición al gluten en los más pequeños, comentaremos cómo poder presentarlos en la dieta para que esto no suponga un estrés.
Es importante tener en cuenta la información más actualizada que ha emitido la Asociación Española de Pediatría (Espghan), pues ahí se pueden encontrar pautas relativas a la incorporación de nuevos alimentos y dietas. En concreto, en el caso del gluten, se recomienda a través del portal web mencionado que sea una incorporación gradual, es decir, poco a poco, para evitar generar intolerancias por el impacto de la toxina en el organismo en el caso de que presente debilidad ante la enzima. Una pauta aconsejable y bastante sencilla es dejar que los bebés mordisqueen un poco de pan antes de incluir alimentos con gluten.
También se aconseja, a través de la Organización Mundial de la Salud, mantener la lactancia materna hasta los dos primeros años de edad, puesto que los bebés que mantienen más tiempo este hábito alimenticio presentan muchos menos índices de intolerancia a la lactosa.
Es una práctica que contradice la tendencia popular que es interesante plantear ahora que se dispone de más información en esta materia que antaño. Esta recomendación se basa en las cualidades que el organismo del bebé desarrolla al mezclar esas primeras pequeñas cantidades de gluten con la leche materna, lo cual favorece el fortalecimiento del intestino y la tolerancia al alimento.
De este modo, si tras las primeras tomas llevadas a cabo mediante esta práctica vemos que el bebé responde adecuadamente sin ningún tipo de trastorno alimenticio ni molestias que puedan derivarse ante una posible intolerancia, sería un buen momento para ir incorporando cereales con gluten en su dieta para que el bebé pueda favorecerse del alto valor nutricional que reside en la toma de este tipo de alimentos.
El papel de la leche materna en la alimentación del bebé
Es preciso hacer un especial hincapié en el rol tan importante que los dietistas y nutricionistas infantiles otorgan a un período suficientemente largo de lactancia, y es que hay una creencia extendida que reza que este tiempo debería limitarse tras los cuatro meses; pero que sin embargo, se desestima.
Los bebés deben funcionar como las criaturas que son hasta los seis meses, nutriéndose exclusivamente de la leche materna. En España, desgraciadamente, esto suele suponer un problema dadas las bajas por conciliación familiar que se expiden, siendo considerablemente tiempos más cortos.
Existen modos de encajar esta circunstancia gracias a aparatos de extracción que pueden almacenarse y usarse en cualquier momento. De hecho, ésta es una práctica también recomendable para combinar la toma de leche materna y los primeros cereales, pudiendo prepararlos fácilmente para que el bebé se empiece a acostumbrar a consumir este tipo de alimento. Para más información no duden en consultar a un especialista para que pueda indicar las pautas alimenticias recomendadas para cada bebé.